Foto y comentario de Antonio Monleón Anguita:
Desde la placeta del Salvador -maravillosos años de mi niñez jugando en ella- se ven los tejados de la casa del Tranviario y la casa morisca de Yanguas, y por encima la ermita de San Miguel, el arcángel defensor de las religiones judía, musulmana y cristiana, con su espada siempre sobre nuestras cabezas como signo opresor o salvador, según las ideas de cada uno.
Lo que sí está claro es que allí hubo algún oratorio romano, que luego fue musulmán y después cristiano, y que el cerro del Aceituno fue lugar de peregrinación y romería para distintas religiones.
Lo místico y sagrado siempre presente en la vida de los hombres…
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