Recuerdo perfectamente ese día, ese día está marcado en el calendario de mi vida. Por aquel tiempo tenía yo 22 años, estaba trabajando en una empresa de limpieza, estuvimos limpiando todo el día un edificio nuevo de oficinas en la carretera de Cádiz.
Estuve todo el día canturreando mientra que limpiaba los cristales del edificio, recuerdo a última hora llegar a mi jefe, que fue el que dio la noticia; - Ha muerto Camarón.- Acabé la jornada de trabajo, me monté en la furgoneta, era una Opel Midi, y por aquel entonces acababa de salir a la venta el mítico disco de Potro de Rabia y Miel. Mientras conducía hacia mi casa, iba escuchando el disco y las lágrimas caían de mis ojos. Lloré por él como si de un familiar se tratase. Él formaba parte de mi familia en el sentido espiritual, él fue un gran maestro en el sentido gitano y flamenco de ver el mundo y la vida, yo mamé la escuela camaronera aún sin yo ser artista, aún sin yo saber cantar. La escuela camaronera va más allá de la música, es una manera de ver el mundo y la vida, una manera de sentir, una manera de vivir.
Así que ese día, nos montemos en aquella vieja furgoneta (nueva por aquel entonces) y fuimos al entierro del maestro Camarón. Estuvimos toda la noche sin dormir. Recuerdo ver a Tomatito tomando café en el bar que estábamos. El pueblo ya de madrugada estaba lleno de gitanos que habían llegado de todas partes de España. Aquello fue tremendo, en mi vida he sentido mayor grado de gitanidad en el ambiente que ese día llenaba la Isla de San Fernando. Todos con un tremendo respeto, había allí un sentimiento hermoso de hermandad no solo entre los gitanos llegados de todos los lugares de España e incluso Portugal, sino de los vecinos del pueblo del maestro, gachés y gitanos en aquel día éramos todos uno en aquel viejo pueblo del sur de España.
Cuando el féretro del profeta del cante gitano pasaba hacia la iglesia para la pertinente misa, era tal la aglomeración de personas, que se tuvo que hacer una cadena humana improvisada por la juventud gitana de aquel tiempo para separar a la multitud del féretro, que estaba cubierto por una bandera gitana, eso hacía que emocionase aún más si cabía, esas imágenes están grabadas en mi corazón como una especie de película imborrable.
Camarón ha hecho y aún hace tanto por la humanidad, no solo por los gitanos, sino por la humanidad al completo, Camarón nos une a todos en un sentimiento que no es de este mundo, un sentimiento que tiene fragancia divina, que traspasa todas las barreras ideológicas y culturales, es un sentir de la raíz, de la esencia misma del ser humano. Es de aquella personas tocadas por la varita mágica de la existencia.
Camarón ha hecho y aún hace tanto por la humanidad, no solo por los gitanos, sino por la humanidad al completo, Camarón nos une a todos en un sentimiento que no es de este mundo, un sentimiento que tiene fragancia divina, que traspasa todas las barreras ideológicas y culturales, es un sentir de la raíz, de la esencia misma del ser humano. Es de aquella personas tocadas por la varita mágica de la existencia.
Hoy hace 26 años de su fallecimiento, de su viaje a la eternidad, y ahí es donde está, más allá de la vida y de la muerte.
ravazsa
Fuente: Ramón Ravazsa
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