Se rompió aquél “quejío”
transmisor del desconsuelo
y se fue como agüita por el río
despacito y en silencio.
Había fuego en sus venas
“quejío” hondo en su voz,
cantaba con viva pena
cuando Dios se lo llevó.
Oleaje de bahía
de un mar que le crió
y se llevó la alegría
metida en su corazón.
Junto a la orilla del mar
remontaba con su voz,
la pena de las salinas
¡Qué bien cantó Camarón!
Desde Cádiz a Granada
negros pañuelos al cuello,
gitanos tocan las palmas
al compás de un taconeo
cuando a hombros lo llevaban
camino del cementerio.
Sólo la luna te llora
porque sólo la luna sabe,
de sueños y de locuras
y noches de cante grande.
Luceritos de la noche
nacidos de sus entrañas,
decidle a “Camarón”
cuando lo veáis mañana,
¡Ay, como lloran su muerte
los gitanos y gitanas!.
¡Qué sencilla es la muerte,
pero qué injusta a veces,
secado tu manantial
te fuiste en busca de otros cantes,
sin tiempo para una despedida,
sin saber que aquí dejabas
huérfana a la “seguiriya”.
Martinete, soleá,
taranta, petenera,
malagueña, alboreá,
todos los palos del flamenco
llorando de pena están
porque se fue para siempre
un Gaditano inmortal.
Ángel Cámara Jiménez
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