Unos apoyan revoluciones; otros apoyan otras revoluciones. ¡¿Quién soy?! ¡¿A quién apoyo?! Ya aquellos me han dado la respuesta; respuesta cínica y peligrosa pero sin riesgo alguno. ¡Ya han decidido ellos a quién apoyo! Ya me han cerrado la tumba y el silencio se escucha sólo dentro, donde el anulado de un pasaporte dicta y dura sobre un pedestal de verdes mierdas. La Sánchez se desboca y el Z se descompone. ¿Para quiénes desvisten cada neurona aduladora si no para nosostros, los que callamos?; porque son ellas nuestras voces, sus voces, aquellas voces que se escuchan de cualquier distorsionado lado, ya sea izquierdo, central o derecho. ¿Qué más pedir a nuestros impotentes dioses ambidiestros, a nuestros coléricos y almidonados médicos y babalawos? La sangre del gallos no fue suficiente, ni el dinero verde del ¨yuma¨. El ossobbo se deleita entre nosostros como una miseria encantadora, y nos devora el universo como un hueco negro de culo (o un hueco de culo negro), y aún nos come el cáncer, y nos desvarata el hígado como el águila el de Perseo. Un águila de tantos colores, y estrellas, y tanta sangre, y tanta agua, y tantas barbaridades, y tantas filosofías para nada, para un ¨al di lᨠconveniente sin regreso.
Fuente: Dónde está mi voz
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