Ya lo he contado varias veces: una noche de 1993, acostado en mi cama, a punto de dormirme, una tonadita no dejaba de rondar mi cabeza. No tenía una letra espec...ífica al principio, era una melodía muy simple con algunas palabras sueltas, pero no me dejaba dormir. Así que me levanté, me fui a la sala (todavía vivía en casa de mis papás) con mi guitarra y una grabadora walkman para registrar la tonadita y con eso lograr que me dejara en paz. Pero no. Al acostarme de nuevo continuaba en mi cabeza cambiando de letra, así que me volví a levantar dos veces más para que por fin me dejara libre. No cuestioné ni juzgué la idea, la dejé reposar ahí, grabadita, hasta el día siguiente, o hasta el momento que revisara mis casettes para desarrollar ideas sueltas en canciones.
Lo que grabé aquella noche fue un estribillo muy simple: “No me hubieras dejado esa noche, porque esa misma noche encontré un amor”, que se repetía y se repetía. Había otros acordes después, que no resolvían mucho aunque me daban una pauta para continuar esa idea. Pero algo me preocupaba: me sonaba demasiado familiar, como si fuera una canción tradicional cantada por Chavela Vargas. Así que antes de ponerme a trabajar más, escuché el álbum de tres discos de la interprete de Macorina con el cual crecimos mis hermanos y yo, no fuera a ser que estuviera plagiando sin querer una canción instalada en mi subconsciente de tanto escucharla los sábados al mediodía, cuando a mis papás les daba por escuchar a la cantante vernácula.
No descubrí nada que me pudiera meter en problemas en el futuro, no había plagio, pero si una gran influencia de la música con la que crecí.
En casa de mis papás no se escuchaba música ranchera más que Chavela Vargas. A mi padre le gustaba la locura que demostraba la cantante en estas grabaciones. Su voz rayaba en lo ridículo, pensaba yo, en el límite de lo que se considera “cantar bien”. Había algo más ahí, no sólo una buena cantante.
De pequeños, mis hermanos y yo nos reíamos, nos burlábamos e imitábamos su voz arrastrada y grave, pero con el tiempo nos convertimos en incondicionales de Chavela.
Mi hermano aportó una parte de música a lo que se convertiría en Esa noche. Yo escribí la letra entera a partir de ese estribillo que no me dejaba dormir.
La canción trata sobre una persona que, en el momento que su amada lo deja, otra aparece esa misma noche, la “soledad”. En la canción hay dos personajes, que bien podrían ser cantados por dos personas distintas. Cuando comenzamos a trabajar en las canciones que se incluirían en nuestro segundo disco, Re, les platiqué a mis compañeros sobre la influencia de Chavela en mi composición. Fue ahí donde surgió la idea de invitarla a cantar la parte de la Soledad.
Fuimos a verla actuar en un lugar que entonces se llamaba El Hábito, en Coyoacán. Para los cuatro tacvbos esa presentación fue una master class del manejo del escenario, una lección de cómo hacer arte, de cómo vivir la vida haciendo música.
Semanas después la visitamos en su casa, cerca de Tepoztlán, para enseñarle la canción e invitarla formalmente a grabar con nosotros.
Chavela Vargas hablaba mucho, lo cual es de agradecerse. Cada frase era una enseñanza, una reflexión profunda del tema que estuviera platicando. Lo mejor era que tenía un sentido del humor muy agudo, nada simple, lo cual ayudaba a pasarla bien en su presencia.
Fue mi único contacto con ella, pero con eso tuve: la canción le gustó mucho, nos dijo que teníamos una responsabilidad para con la música mexicana, que nos pasaba la estafeta a nosotros los jóvenes, pues ella ya estaba de salida (en ese entonces tenía alrededor de 70 años). Desde su casa, el Popocatépetl se veía desde la ventana echando fumarolas. Chavela señaló al Popo y nos dijo: “Si los volcanes están despertando ¿porqué los mexicanos no habríamos de despertar?”
Nunca supe bien a bien por qué no grabó en Esa noche. Al parecer su disquera española no la dejaba hacer ciertas cosas. Tal vez fue ella quien decidió no hacerlo, pues entiendo que ya estaba muy ciscada por las malas experiencias del pasado: gente que hizo mal uso de su figura, mánagers y disqueras abusivas que le dieron la espalda cuando estaba en sus peores momentos. Pagamos justos por pecadores. No cantó con nosotros, pero plantó semillas en nuestra mente y corazones que no dejan de florecer.
Que tenga usted buen viaje, señora Chavela Vargas.
Joselo "Oso" Rangel
Café Tacuba
Fuente: Chavela Vargas official
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