Antropología de lo flamenco entre el turismo y la alteridad
Manuel Lorente - Cantaor y antropólogo
Hace apenas dos semanas que tuve el honor de ser
entrevistado por la profesora Silvia Paggi, antropóloga de la universidad de
Niza (Francia). La entrevista era semi-dirigida y abierta,por lo que el
resultado viene a ser una especie de co-texto de autoría compartida, en líneas
generales el tema trataba sobre el flamenco y el turismo en la actualidad. Tengo
que decir que me gustan este tipo de entrevistas, entre otras cosas porque te
hacen pensar de forma inusual y a veces te pueden llevar hacia nuevas
ideas.
En su primera pregunta sobre mi identidad social
profesional,me afirmé en mi doble condición de cantaor y de antropólogo, dos
actividades diferenciadas que pienso pueden resultar complementarias,como creo
que voy demostrando en mis recientes trabajos...
Interrogado sobre mi lugar de nacimiento y
contexto social de origen,comenté que había nacido en un pequeño pueblo morisco
del sur de Granada, y que allí permanecí hasta los nueve años,...España todavía
era eminentemente rural y en aquel contexto y momento, se cantaba en todos los
trabajos y tabernas del pueblo. Por otro lado, toda mi familia por parte de
padre eran aficionados al cante, de lo que pienso resulta mi temprana
enculturación en el flamenco. Aunque para luego hacerse cantaor, hay que salir
del primer ámbito familiar y local, y viajar para conocer otros ambientes y
asimilar otros repertorios y formas de saber estar, además de buscar espacios
para la realización profesional.
Con relación al turismo y el flamenco, le hablé
de tres grandes épocas: una primera época del turismo viajero, que tiene su
máximo exponente con las zambras del Sacromonte granadino, de gran atractivo
exótico y basado en una economía de arrabal, y con limitaciones como el reducido
espacio de las cuevas para los espectáculos, que en mucha ocasiones conllevan
más artistas que espectadores. El segundo modelo se corresponde con el llamado
turismo de masas, generado a partir de la prosperidad general de los años
sesenta del siglo XX, y dando lugar al flamenco de tablao con criterios
empresariales modernos,que busca espacios y lugares adecuados par la explotación
del negocio,lo más representativo de esta etapa florecerá en la llamada Costa
del Sol. Por último, la etapa más reciente se puede denominar como turismo de
sinergias, consistente en la programación de grandes eventos institucionales de
flamenco, que se promocionan en el extranjero y tienen como objetivo lograr
llenos hoteleros para contribuir al desarrollo urbano, es el caso de ciudades
como Sevilla y Jerez de la Frontera,Córdoba, la Unión, etc. De todo lo cual cabe
inferir una influencia positiva del turismo extranjero para el reconocimiento y
desarrollo del flamenco en general.
En estas circunstancias de reconocimiento , la
profesora Silvia Paggi, pensaba que los profesionales del el flamenco
disfrutaban en la actualidad de una buena posición económica, para lo que no me
quedó más remedio que contestar que nada más lejos de la realidad, y que bajo
esta apariencia de bonanza económica por la afluencia turística,y reconocimiento
del flamenco como símbolo cultural, la situación entre los profesionales suele
ser de precariedad y temporalidad en el mejor de los casos, estando generalmente
sometidos a altibajos de todo tipo,por no hablar de la exclusión y marginalidad
casi que estructural de los cantaores. Le comento que pese a las posibles
apariencias positivas de este cambio de época, el flamenco sigue estando
estigmatizado o mal visto en el contexto local,regional y nacional,existiendo
una serie de pre-juicios negativos para justificar su exclusión e incluso
marginalidad permanente. Entre otros estigmas que se le aplican están los del alcoholismo, drogadicción, analfabetismo, gitanismo, bohemia, demencias, etc. Para
colmo de males, la descalificación del otro por la incoación de estigmas es algo
bastante frecuente y recurrente entre la población, que de esta forma reproduce
el sistema de la exclusión social. El infierno se completa con los límites para
la realización personal en el ámbito de lo local y la consiguiente frustración,
lo que genera un densa atmósfera de envidias, odios y maldades entre los
profesionales del gremio. En estas condiciones el artista flamenco se ve
reducido a unas severas condiciones de necesidad y humildad absoluta, lo que lo
convierten en una especie de chivo expiatorio del sistema, que dramatiza así los
escarmientos necesarios para la reproducción de la desigualdad jerárquica. Es
por esto que el interés y reconocimiento del turismo puede resultar tan positivo
para el reconocimiento general del flamenco.
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Fuente: El duende con gafas
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Fuente: El duende con gafas
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