Saturday, October 12, 2013

Nada que celebrar

 
 

[...] Matar al indio y salvar al hombre, aconsejaba el piadoso coronel norteamericano Henry Pratt. Y muchos años después, el novelista peruano Mario Vargas Llosa explica que no hay más remedio que modernizar a los indios, aunque haya que sacrificar sus culturas, para salvarlos del hambre y la miseria.
La salvación condena a los indios a trabajar de sol a sol en minas y plantaciones, a cambio de jornales que no alcanzan para comprar una lata de comida para perros. Salvar a los indios también consiste en romper sus refugios comunitarios y arrojarlos a las canteras de mano de obra barata en la violenta intemperie de las ciudades, donde cambian de lengua y de nombre y de vestido y terminan siendo mendigos y borrachos y putas de burdel. O salvar a los indios consiste en ponerles uniforme y mandarlos, fusil al hombro, a matar a otros indios o a morir defendiendo al sistema que los niega. Al fin y al cabo, los indios son buena carne de cañón: de los 25 mil indios norteamericanos enviados a la segunda guerra mundial, murieron 10 mil.
El 16 de diciembre de 1492, Colón lo había anunciado en su diario: los indios sirven para les mandar y les hacer trabajar, sembrar y hacer todo lo que fuere menester y que hagan villas y se enseñen a andar vestidos y a nuestras costumbres. Secuestro de los brazos, robo del alma: para nombrar esta operación, en toda América se usa, desde los tiempos coloniales, el verbo reducir. El indio salvado es el indio reducido. Se reduce hasta desaparecer: vaciado de sí, es un no-indio, y es nadie.[...]


[...] El gran paradigma de la Conquista es el significado del llamado Descubrimiento y la Conquista de América. En primer lugar coincidimos con Roberto Ferrero cuando dice que " la conquista y la colonización de Latinoamérica, lejos de ser una gesta civilizadora calumniada por la "leyenda negra" inventada por los ingleses y holandeses envidiosos de la grandeza de España, es lo que son todas las conquistas realizadas por la violencia: un rosario de engaños, explotación, rapiña y crueldad inauditas".(Ferrero, Roberto, 1992)
Es evidente que el 12 de octubre de 1492 los europeos "descubrieron" un "nuevo mundo" para ellos totalmente desconocido. Cristóbal Colon, obstinado navegante genovés, descubrió por error la "terra nova" y Américo Vespucio la denominó con su nombre. Es también cierto que los "indios" o aborígenes descubrieron un "mundo nuevo", el europeo, ya que el suyo propio era tan viejo como las civilizaciones que los tan "civilizados" europeos vinieron a conquistar y a descubrir.
El poder europeo a sangre y a fuego dominó las civilizaciones amerindias. Para Europa fue el Nuevo Mundo y era necesario encontrar una justificación científica y filosófica de esta empresa colonial. Un mundo tan diferente de la colosal civilización europea no podía ser otra cosa que salvaje. "Bárbaros", como los llamaron los romanos a los extraños o extranjeros, fueron los aborígenes y sus culturas. Fueron bárbaros aunque los mayas conocieran el cero o tuvieran un calendario superior al gregoriano que recién se conoció en el año 1582. Aunque Tenochtitlán, la hermosa ciudad capital del imperio azteca, fuera diez veces mayor que Londres y que Madrid. Aunque las pirámides de Teotihuacán fueran ocho veces más grandes que las conocidas hasta la fecha en Egipto.
Era la civilización europea contra la barbarie de América una constante que se repetiría a lo largo de los siglos. La conquista fue la primera gran globalización para el continente americano. Buffon en el siglo XVIII diría que América era inmadura y que sus hombres eran insignificantes, lampiños y asexuados que sus batracios eran gigantescos pero que en compensación sus animales feroces eran ridículamente pequeños. Voltaire aseverando esta afirmación y sin titubear un instante diría que los leones americanos eran calvos. Hegel, el gran filósofo prusiano, pronunciaría una sentencia lapidaria y condenatoria que sería seguida al pié de la letra por todos sus discípulos europeos y americanos: "América del Sur es antes naturaleza que historia. A las espaldas de América no hay nada. América del Sur está fuera del espíritu". El genial Hegel expulsaría a América de la historia y no pocos latinoamericanos contribuyeron para expulsarla también de la llamada "civilización". Creyeron siempre que la verdadera historia venía de Europa ya que de América sólo podía esperarse la barbarie. [...]

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